Sonntag, 10. April 2011

Cayendo espiritualmente

Tal pareciera una alegoría los sucesos de los Lakers de Los Ángeles de mi propia vida espiritual, enfrentando los retos laborales y escolares, al mismo tiempo combatiendo al pecado día tras día. Han pasado ya varias semanas desde que inició este nuevo año litúrgico (desde Adviento del 2010), y la Cuaresma ya lleva casi un mes, quedando sólo una semana para el Domingo de Ramos.

Llevo ya dos domingos sin asistir a misa, y la verdad es que me ha faltado un gran interés por ir al gran encuentro con Jesucristo. He sido un pésimo aliado de Dios, cayendo en el pecado una y otra vez, en lo mismo de siempre. ¿Acaso nunca aprendo?

Pareciese como si los destinos de los Lakers y mi vida (tanto académica, laboral o espiritual) estuviesen conjugados, dependiendo uno del otro (más el primero del segundo), produciendo así los resultados pasados y actuales.

Por supuesto que esto no es una realidad, pero al menos es un ejemplo claro de que el no trabajar lo suficiente cuando se debe, y no mostrar un interés en cada prueba que se presenta, se obtienen malos resultados, y la verdad es que tanto los Lakers como yo hemos estado cayendo juntos, pero por separado, en situaciones de pérdida y pereza.

Por mi parte, necesito trabajar muy, pero muy duro cada día, desde que me levanto en las mañanas hasta que me acuesto por las noches. Necesito hacer mucha, pero mucha oración. Necesito frecuentar la misa, y hacerlo con más, pero más interés, atención y dedicación.

Verdaderamente necesito de Dios, de Jesucristo y del Espíritu Santo. ¡Y cómo olvidar a la Virgen María! Encomendarme a ella, a los ángeles y a los demás santos es un gran apoyo que tengo en mi vida espiritual, pero que lamentablemente estoy desaprovechando.

He caído muchísimas veces. Pero al parecer, casi siempre me tardo en recuperarme y caminar nuevamente con pasos firmes, sin distraerme. Necesito acelerar el proceso de la reconciliación.

Sinceramente, últimamente mi vida la he vivido entre el infierno y el purgatorio, y en contadas ocasiones (verdaderamente contadas) en el divino cielo. Uno decide donde se desenvuelve, y al parecer he estado tomando las decisiones equivocadas.

Por favor, Señor, ayúdame a mejorar todos los días. ¡Siempre para arriba y adelante! ¡No me dejes caer! Te necesito, mi Señor. Te pido perdón por todos los males que te he causado, y haz que mi esfuerzo por mejorar brinde no sólo prosperidad en mi vida, sino también en la de los demás. ¡Hazme tu herramienta!

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