Sonntag, 4. April 2010

Profanando el nombre de un lugar santo

Durante estos días de Semana Santa tuve la oportunidad de ver la televisión junto con mi hermana en algunas ocasiones. En ciertos momentos ella tenía el control del aparato, por lo que yo no podía escoger fácilmente qué ver.

En un instante ella eligió cierto canal de la televisión local de Harlzbornn, en donde existe un programa de un cierto club, en el cual abundan cantidad de personajes cómicos como cínicos.

Yo, a decir verdad, tengo mucho de no ver este programa, además de que casi no veo la televisión en tiempos de escuela (anexando todavía mis otras actividades, tales como Die Gemeinschaft der Sechs Farben).

Fue entonces que aparece una mujer, cuyo nombre es tan hermoso, pues es el lugar de nacimiento de nuestro salvador Jesucristo: Nazareth. Resulta que esta mujer ha profanado el nombre de aquel lugar, mostrándose semidesnuda ante todos los espectadores de este programa tan pervertido y burdo. Sinceramente, ella es tratada como un objeto sexual, y lo peor es que ella felizmente brinca (haciendo sus senos vibrar por gravedad) y enseña sus extremidades enormemente, dejando a muchos con los ojos bien abiertos.

Yo sé muy bien que no es la primera mujer que se deja exibir así ante tanta gente, pero lo que sí me molestó fue que mientras mi hermana tenía el control de la televisión, yo le decía "¡Cámbiale, Adgrét!", y ella (tontamente, no lo comprendo) respondía "¡Pues no la veas!"

A mí me parecía una manera tonta de responder a una mujer. Me refiero a que, ella, sabiendo que hay un hombre presente (yo) viendo a una mujer con tal cuerpo y con tales acciones, ella lo único que hace es quejarse, diciendo que no la vea, ¡siendo que ella tenía el control de la televisión y ella decidió dejarle en ese canal! ¿Acaso la mejor opción no era cambiar de canal? Así ambos dejaríamos de ver a una prostituta (porque eso es).

Lamentablemente en la actualidad, el problema no sólo está en que los hombres no hemos sabido respetar a las mujeres como se debe, sino también a que ellas, las mujeres, ¡tampoco se han valorado como tales y no se han dado respetar! Creo que todo empieza por algún lugar, y ese es el hogar. Pero si en nuestras familias dejamos que nuestros hijos y esposos y esposas vean este tipo de espectáculos (que no dejan nada bueno), ¿en qué esperamos que se convierta nuestra sociedad?

Todavía para rematar, el Viernes Santo fuimos mi familia y yo a la casa de mi tía Ebisel, y una de mis primas (ya casada) decidió ponerle en el mismo programa, y resultó curiosamente que la susodicha Nazareth apareció de nuevo, siguiendo expuesta al mundo. ¡Lástima que algunas mujeres permiten ver este tipo de programa, incluso en frente de sus maridos y demás familiares!

Si yo fuese mujer, aunque el resto del programa sea cómico y divertido, con este tipo de escenas, yo le cambiaría de canal, por respeto a mí misma (si yo fuese mujer) y a mi familia. Aún siendo hombre, prometo actuar de la misma forma, por respeto a mi esposa (y a todas las mujeres del mundo) y a mis hijos.

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