Hoy asistimos meine Eltern und ich zur Messe a la parroquia que se haya en la colonia de la Neue Beauvêttes. Meine Schwester no quiso acompañarnos y por lo tanto se quedó en la casa.
Hoy es un día especial dentro de la época de Adviento, pues es el tercer domingo de Adviento y lo que lo caracteriza más es el color rosa, que significa Amor. También es como algo de suspenso, pues Jesucristo ya viene, pero todavía falta. Es como una señal de alarma, pero una buena alarma.
Al haber tomado el folletito de la misa, me dio mucho gusto haber notado el predominante color rosa en la portada, como debía ser. Lo que más me llamó, incluso más que el rosa de la celebración, fue una oración: el Magnificat.
Les diré, bien, que esta oración la conocí a través de mein Vater. Fue en aquellos días de unos meses atrás en que ya mein Schlafzimmer y el cuarto de estudio se encontraban en condiciones habitables. Mein Vater había comprado libreros nuevos, y los libros tuvieron que mudarse de sitio. Y como en toda mudanza, siempre uno se encuentra con objetos (libros, en este caso) que hacía mucho tiempo no veía (o leía). Así me topé con varios libros, en especial algunos referentes a mi fe católica, ya fueran libros de oración (los cuales resultaron ser mayoría), algunos sobre Jesús, algunas pequeñas biografías, algunas historias y una guía de defensa de nuestra fe católica (especificamente ante nuestros hermanos testigos de Jehová).
Entonces un día mein Vater va a mi escritorio, donde yo me encontraba frente a éste sentado, y me da un papelito envuelto por una cubierta de plástico transparante, mientras que por el otro por una cubierta negra. El lado visible contiene una oración, con el título de Magnificat. En ese entonces esto no me llamó la atención, pues no me dejé llevar por el significado y el contenido, y caí en la superficialidad. En aquel tiempo yo no había valorado esa pequeña y hermosa oración.
Tiempo después, una vez yo me encontraba en el Schlafzimmer von meiner Schwester. No recuerdo qué estaba buscando ahí, pero me topé con algunos de sus libros de este año escolar, y uno me llamó la atención: Su libro de educación en la fe. Este libro tiene muy buena edición y una gran presentación. Me da mucho gusto que haya gente que le invierta dinero en esa educación, en la educación de la fe católica.
Lo hojeé y me pareció perfecto. Seguí hojeando y más tarde me encontraría con una lectura. Era sobre el Magnificat. Ésta dice así:
Hoy es un día especial dentro de la época de Adviento, pues es el tercer domingo de Adviento y lo que lo caracteriza más es el color rosa, que significa Amor. También es como algo de suspenso, pues Jesucristo ya viene, pero todavía falta. Es como una señal de alarma, pero una buena alarma.
Al haber tomado el folletito de la misa, me dio mucho gusto haber notado el predominante color rosa en la portada, como debía ser. Lo que más me llamó, incluso más que el rosa de la celebración, fue una oración: el Magnificat.
Les diré, bien, que esta oración la conocí a través de mein Vater. Fue en aquellos días de unos meses atrás en que ya mein Schlafzimmer y el cuarto de estudio se encontraban en condiciones habitables. Mein Vater había comprado libreros nuevos, y los libros tuvieron que mudarse de sitio. Y como en toda mudanza, siempre uno se encuentra con objetos (libros, en este caso) que hacía mucho tiempo no veía (o leía). Así me topé con varios libros, en especial algunos referentes a mi fe católica, ya fueran libros de oración (los cuales resultaron ser mayoría), algunos sobre Jesús, algunas pequeñas biografías, algunas historias y una guía de defensa de nuestra fe católica (especificamente ante nuestros hermanos testigos de Jehová).
Entonces un día mein Vater va a mi escritorio, donde yo me encontraba frente a éste sentado, y me da un papelito envuelto por una cubierta de plástico transparante, mientras que por el otro por una cubierta negra. El lado visible contiene una oración, con el título de Magnificat. En ese entonces esto no me llamó la atención, pues no me dejé llevar por el significado y el contenido, y caí en la superficialidad. En aquel tiempo yo no había valorado esa pequeña y hermosa oración.
Tiempo después, una vez yo me encontraba en el Schlafzimmer von meiner Schwester. No recuerdo qué estaba buscando ahí, pero me topé con algunos de sus libros de este año escolar, y uno me llamó la atención: Su libro de educación en la fe. Este libro tiene muy buena edición y una gran presentación. Me da mucho gusto que haya gente que le invierta dinero en esa educación, en la educación de la fe católica.
Lo hojeé y me pareció perfecto. Seguí hojeando y más tarde me encontraría con una lectura. Era sobre el Magnificat. Ésta dice así:
>>Mi alma glorifica al Señor,
y mi espíritu se alegra en Dios
mi Salvador porque ha mirado la
humildad de su sierva.
Desde ahora me llamarán dichosa
todas las generaciones,
porque ha hecho en mí cosas
grandes el Poderoso.
Su nombre es santo, y su misericordia
es eterna con aquellos que le honran.
Actuó con la fuerza de su brazo
y dispersó a los de corazón soberbio.
Derribó de sus tronos a los poderosos
y engrandeció a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y a los ricos despidió sin nada.
Tomó de la mano a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia,
como lo habría prometido
a nuestros antepasados,
en favor de Abraham y de
sus descendientes para siempre.
>>Esta oración, que conocemos como el
Magníficat, fue pronunciada por María,
la Madre de Jesucristo, cuando fue a vi-
sitar a su prima Isabel. En ella, María
hace varias veces alusión a cómo la for-
ma de pensar de Dios es diferente a la
de los hombres cuando se trata de esco-
ger a alguien para una tarea importante.
>>Los hombres nos fijamos en las cuali-
dades. Dios, en cambio, escoge a los pe-
queños, a los humildes y a los sencillos
para realizar su obra en la tierra.
>>Él transforma la debilidad en fuerza y
la pequeñez en grandeza, logrando co-
sas increíbles con aquellos que confían
en Él.
>>En la historia del pueblo de Israel esto
se repitió cientos de veces, y siempre
los poderosos quedaban asombrados
de comprobar esta extraña forma de ac-
tuar de Dios.

Al haberla leído, recordé lo que mein Vater me había obsequiado un día pasado. Así fue, él me había regalado una hermosa oración que yo inicialmente había subestimado, debido a su apariencia humilde.
Regresando a la historia inicial... el tema del Magnificat de María fue lo que me llamó más la atención durante toda la misa. De hecho, se mencionó más de una vez. Fue algo muy bello para mí.
Por cierto, esta oración del Magnificat se las transmití, por e-mail, a dos de mis queridos Geschwister der Gruppe 93, [Lucy] y [Chuy], la madrugada del 14 de noviembre, casi medio día antes de que viviera yo mi tercer gran encuentro, el ANT.
* El dibujo no lo hice yo, sino un artista que se dedica a hacer dibujos con contenido bíblico.
Les dejo su información:
© 2007 Daniel Erlander Publications | PO Box 1059 | Freeland, WA 98249 | info@danielerlander.com
y mi espíritu se alegra en Dios
mi Salvador porque ha mirado la
humildad de su sierva.
Desde ahora me llamarán dichosa
todas las generaciones,
porque ha hecho en mí cosas
grandes el Poderoso.
Su nombre es santo, y su misericordia
es eterna con aquellos que le honran.
Actuó con la fuerza de su brazo
y dispersó a los de corazón soberbio.
Derribó de sus tronos a los poderosos
y engrandeció a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y a los ricos despidió sin nada.
Tomó de la mano a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia,
como lo habría prometido
a nuestros antepasados,
en favor de Abraham y de
sus descendientes para siempre.
>>Esta oración, que conocemos como el
Magníficat, fue pronunciada por María,
la Madre de Jesucristo, cuando fue a vi-
sitar a su prima Isabel. En ella, María
hace varias veces alusión a cómo la for-
ma de pensar de Dios es diferente a la
de los hombres cuando se trata de esco-
ger a alguien para una tarea importante.
>>Los hombres nos fijamos en las cuali-
dades. Dios, en cambio, escoge a los pe-
queños, a los humildes y a los sencillos
para realizar su obra en la tierra.
>>Él transforma la debilidad en fuerza y
la pequeñez en grandeza, logrando co-
sas increíbles con aquellos que confían
en Él.
>>En la historia del pueblo de Israel esto
se repitió cientos de veces, y siempre
los poderosos quedaban asombrados
de comprobar esta extraña forma de ac-
tuar de Dios.

Al haberla leído, recordé lo que mein Vater me había obsequiado un día pasado. Así fue, él me había regalado una hermosa oración que yo inicialmente había subestimado, debido a su apariencia humilde.
Regresando a la historia inicial... el tema del Magnificat de María fue lo que me llamó más la atención durante toda la misa. De hecho, se mencionó más de una vez. Fue algo muy bello para mí.
Por cierto, esta oración del Magnificat se las transmití, por e-mail, a dos de mis queridos Geschwister der Gruppe 93, [Lucy] y [Chuy], la madrugada del 14 de noviembre, casi medio día antes de que viviera yo mi tercer gran encuentro, el ANT.
* El dibujo no lo hice yo, sino un artista que se dedica a hacer dibujos con contenido bíblico.
Les dejo su información:
© 2007 Daniel Erlander Publications | PO Box 1059 | Freeland, WA 98249 | info@danielerlander.com
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